Cuando el equipo de investigadores liderado por el neurocientífico Jaak Panksepp estaba observando una sesión de juego entre un par de ratas, les pareció escuchar unos sonidos que les recordaron a las risas humanas. Para poder comprobar si esto era cierto, usaron unos dispositivos que convierten sonidos de alta frecuencia, indetectables por el oído humano, en sonidos con rangos de frecuencias que el sistema auditorio humano sí puede escuchar. Poco después, intentaron provocar estas risas, haciendo cosquillas a estos pequeños roedores y los resultados fueron positivos. Las ratas pronto comenzaron a disfrutar mucho con las caricias procuradas por los investigadores y tuvieron una actividad vocal muy similar a la que tenemos los humanos cuando nos reímos.
Jaak Panksepp explica lo que observó con las ratas.